Ahora que tengo a mi hijita entiendo aún más el amor de Dios y el de mis padres. Uno quiere cuidarles, estar siempre para ellos y es hermoso como ella toma mi mano cuando está dormida o como sonríe al ver mi cara al despertarse y como me conoce. Sabe que soy su mamá y que la cuido lo más que puedo. No se muchas cosas y pregunto mucho a las más expertas, y sé que su papá siente lo mismo, esa inseguridad de lo nuevo y como hacer todo con la sabiduría que se requiere, pero saben aún cuando mi bebé no sabe que aveces tengo miedo ,ella no lo tiene y lo sé. Lo noto cuando al llorar llegó a abrazarla y ella se calma porque sabe que Mamá está ahí. Por eso les digo que entiendo más el amor de Dios y el hecho de que hay que ser como niños en ese aspecto. Aveces se nos olvida al llorar o al estar ansiosos que el el está ahí y que puede calmar nuestra alma cansada, atribulada y herida. Así como un bebé sabe quién es su mamá así nosotros debemos saber quien nos cuida con tanto amor y que nunca nos dejara solo debemos buscarlo siempre. Al ser adultos se nos olvidan esas cosas y eso no debe pasar. Dios nos ama con amor eterno y por eso quiere lo mejor para nosotros.